Jorge Villalba Digalo
El Paraguay el año pasado creció 14,5 por ciento y el mismísimo presidente Lugo se ufanaba de que nuestro país era el campeón del mundo en materia de crecimiento impulsado por la producción record de soja. La Dirección General de Estadísticas Encuestas y Censo, sin embargo, con nuevos datos revelados recientemente nos puso el cable a tierra, alertándonos que a pesar del extraordinario crecimiento sin embargo la pobreza extrema también ha aumentado.
Y esto tiene una explicación lógica. El Paraguay está basado en un modelo altamente concentrador de la riqueza. La principal producción sigue siendo la soja. Una actividad que demanda apenas 2 empleos cada 500 hectáreas y al mismo tiempo 500 productores concentran el 44% de la superficie destinada a la producción de soja, y lógicamente también concentran alrededor del 44 % de la riqueza resultante. A lo que se agrega que la soja invade las tierras destinadas anteriormente a otros cultivos, aumentando el precio de los alimentos.
A este modelo hay que agregar que el sistema tributario injusto. Está basado en un 80% en impuestos indirectos, es decir, que se transfieren al consumidor final. Y solamente el 20% está compuesto por impuestos directos. Los impuestos indirectos no solamente tienen un mayor impacto en los ingresos de los sectores más pobres, ya que la totalidad la destinan al consumo, sino que al mismo tiempo los sectores más pobres son los que más aportan al fisco.
Es una falacia, eso de que los ricos aportan más porque un rico consume más que un pobre. No hay que perder de vista que en la economía real no existe un pobre por cada hombre rico, sino muy por el contrario existen miles de pobres por cada rico. Por lo que el aporte al fisco de los sectores más pobres termina siendo mayor que el de los sectores más ricos. Asi por ejemplo, el mismo Gerónimo Bellasai, en su momento significó que el quintil más pobre de la población contribuye con el 36% del IVA recaudado, y sin embargo, el quintil más rico de la población solamente contribuye con solamente con el 2%.
El sector agropecuario que participa en alrededor del 28% del PIB, es decir, unos 5.000 millones de dólares, sin embargo solamente tributa alrededor de 62 millones de dólares, lo que equivale a apenas el 0,012 del PIB Agropecuario. Una situación realmente vergonzosa defendida con todo cinismo por el soporte intelectual sojero, los economistas reunidos en la Fundación Desarrollo en Democracia, institución financiada por la Cámara Paraguaya de Exportadores de Cereales y Oleaginosas.
REFORMA.
El Paraguay necesita de una reforma tributaria de fondo. La que hemos tenido ha sido solamente de forma. Solamente sirvió para poner algo de orden al manicomio tributario en que vivíamos. Pero, la estructura sigue siendo la misma, se basa en impuestos indirectos, cuando en los países desarrollados la relación entre impuestos directos e indirectos es de 50% y 50% aproximadamente.
En ese sentido, lo que corresponde es gravar la exportación de soja en bruto, no solamente porque este es uno de los sectores que más utilidades obtiene y menos aporta, sino porque una retención cambiaria abaratará el precio interno de la soja y alentará la radicación de más industrias, proporcionará más recursos para que el Estado pueda destinar más a gastos sociales y a la creación de infraestructura que aliente la radicación de capitales en distintas actividades productivas, y determinará un tipo de cambio diferenciado para las exportaciones industriales influyendo en la matriz del modelo económico.
En la región Oriental ya tenemos más hectáreas de soja que bosques. Los sojales cubren ya alrededor de 2.800.000 hectáreas, mientras que de los 52 millones de hectáreas de bosques que tenía el Paraguay en 1.952, hoy solamente queda alrededor de 1.200.000 hectáreas. Y así como están las cosas, con la disparada del precio internacional de la soja y un Estado que se cruza de brazos esperando que el problema de la pobreza lo remedie el mercado, podríamos quedarnos sin bosques, con verdaderos desiertos verdes (sojales) y con una población cada vez más pobre.

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